De la zona de confort a encontrar mi don y mi propósito de vida.

Mi incómoda zona de confort.

La zona de confort es ese estado en el que, aparentemente, una persona se encuentra cómoda, sin desear asumir riesgos, con rutinas que eviten cualquier situación que le pueda generar incertidumbre, aunque muchas veces ese estado no sea en absoluto cómodo ni gratificante. Y yo estuve sumida durante años en esa aparente comodidad.

En un momento muy temprano de mi vida adulta decidí dedicarme exclusivamente a mi familia y al cuidado de mi hogar. Pero durante todo ese tiempo notaba dentro de mí una sensación extraña, como de vacío.

A pesar de ser feliz con mi vida, algo me faltaba.

El primer paso fuera de mi zona de confort fue en plena crisis económica. Si salir de esa zona implicaba tomar riesgos, yo lo hice en un momento sumamente complicado. Y después de intentar un par de proyectos, llegó a mi vida el desarrollo personal y el coaching.

Qué son el desarrollo personal y el coaching.

El desarrollo personal es un proceso de transformación dónde una persona adopta una nueva forma de pensar. Esta nueva mentalidad le proporciona cambios de actitud y comportamiento que le llevan a mejorar una o varias áreas de su vida.

El coaching es una técnica de acompañamiento mediante la cual el coach proporciona a la persona herramientas que facilitan su crecimiento y desarrollo personal y/o profesional.

El coaching ayuda a las personas a ver y desarrollar todo su potencial para lograr los objetivos que desean.

Y un paso imprescindible en el desarrollo personal es querer salir de nuestra zona de confort, liberándonos de ese miedo a lo desconocido que nos paraliza.

Pero esto no resulta nada fácil, ya que nuestras creencias, esas ideas arraigadas en nuestra mente y que muchas veces ni siquiera son ciertas, nos limitan sin darnos cuenta.

Y ahora que yo ya había dado ese paso, lo siguiente era encontrar mi propósito de vida.

Buscando mi don fuera de la zona de confort.

Dicen que todos venimos a este mundo con una misión o propósito de vida, cuya principal finalidad es contribuir al bien común y hacer nuestra vida más plena y significativa. Y encontrarlo no es una tarea sencilla.

Yo lo hice y he de confesar que no fue nada fácil.

Primero tuve que averiguar cual es mi don, empezando por saber qué me apasiona, qué es eso que hago con cierta facilidad, qué se me da bien y que tanto disfruto haciendo; eso que hago sin cansarme, sin importarme el tiempo que necesite dedicarle; eso que haría cada día y el resto de mi vida aun sin una compensación, solo por el mero hecho de disfrutarlo y de aportar algo positivo a los demás.

Y reconozco que mi bloqueo mental con esto fue grande.

Aparecieron creencias limitantes y no era capaz de ver con claridad dentro de mí. Así que tuve que hacerme mejores preguntas y ser sincera conmigo misma hasta ver que lo que más me satisface es ayudar a los demás a sentirse mejor creyendo en ellos mismos, en su valía y en todo el potencial que llevan dentro. Ese era mi propósito.

Y caí en la cuenta de que mi mayor defecto era mi don.

Desde muy pequeña todos a mi alrededor me decían que hablaba mucho, demasiado. Y a pesar de que soy muy tímida, en un entorno de confianza puedo hablar sin parar. Así que fabriqué inconscientemente la creencia de que hablar mucho era un defecto que había que evitar.

En ese instante en el que me encontraba buscando cuál era mi don, recordé momentos de un pasado cercano en el que algunas personas me decían "no sabes como me motiva hablar contigo" o "gracias a esto que me dices me siento mucho mejor y con más ganas de seguir".

Y reviviendo la enorme satisfacción que sentí en aquellos momentos parecía verlo claro, pero seguía sin entender como aquella búsqueda me estaba haciendo ver mi mayor defecto como un don.

Así que averigüe lo que otros pensaban sobre mi capacidad de motivar a los demás, algo que ya algunos venían diciéndome desde hacía tiempo y que yo me negaba a creer, porque era algo que, por mi inseguridad, solo había dejado ver a ciertas personas muy cercanas a mí.

Y acabé por entender que eso que haces de manera natural y espontánea, que se te da bien y con lo que puedes ayudar a los demás es un don, jamás un defecto.

Y solo hay que saber enfocarlo al propósito adecuado.

Quién me iba a decir a mí que siete años después de tomar la arriesgada decisión de salir de mi zona de confort, estaría inmersa en un fascinante viaje de autoconocimiento y crecimiento, totalmente enfocada en el desarrollo personal y con un propósito de vida más grande de lo que jamás imaginé.

Y aunque aún estoy en proceso de aprendizaje y mejora de las habilidades necesarias para poder desarrollar mi don y, con ello, poder ayudar a otras personas, siento que he encontrado el sentido a mi vida. Porque de eso se trata, de descubrir tu don y ponerlo al servicio de los demás.

Te invito a que salgas de tu zona de confort y busques tu propósito de vida, porque esta mejora inevitablemente cuando lo encuentras.

Gracias infinitas por estar ahí.

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