Despedirte de lo que has creado con tanta ilusión.



Cuando tienes que despedirte de lo que con tanta ilusión has creado.

Últimamente se está hablando mucho de la complicado que será para algunos negocios, sobre todo para los más pequeños, salir adelante en esta situación crítica que estamos viviendo. Es realmente duro y lo sé por propia experiencia. Y aunque el apego no nos hace bien, el sentimiento de pérdida cuando tienes que despedirte de lo que con tanta ilusión has creado es difícil de soportar.

Como ya mencioné en algún otro post, emprendí dos veces con negocios físicos y sobre todo en la última ocasión me resultó muy doloroso aceptar que no era capaz de sacarlo adelante. Justo ayer, Facebook me recordaba la última publicación desesperada que hice pidiendo colaboración para dar visibilidad a mi pequeño negocio.

A la pérdida económica, que aún sigo afrontando dos años después, se unió la sensación de decepción conmigo misma por no haber sido capaz de cumplir con lo que prometí.


Esa visión tan sentimental.

Mi pequeño negocio fue una tiendita de regalos. Hasta ahí nada de otro mundo ¿verdad? Lo interesante es que nació con la intención de dar visibilidad al mundo artesano-creativo.

Todavía recuerdo cuando contactaba, vía email, con artesanos para ofrecerles un lugar en mi tienda y cómo a más de uno le dije "Ojalá fuese rica para poder hacer esto de manera altruista; solo para daros visibilidad y ayudar a dignificar vuestro trabajo".

Lógicamente un negocio necesita generar dinero para poder funcionar, pero mi principal motivación era ayudar. Y seguramente esa visión tan sentimental fue la que no me permitió ver que faltaba mejorar la idea y trabajar más en el proyecto antes de sacarlo al mercado.

Con todo ello, a día de hoy puedo decir que fue la experiencia más enriquecedora de mi vida. Los amigos que me llevé, el cariño de mis colaboradores y todo lo que aprendí, hacen que agradezca cada segundo de aquellos meses.


Con mucha motivación y un proyecto ilusionante, se obvia lo obvio.

Además de la falta de madurez de la idea, tengo que admitir mi escasa experiencia en ventas y mi pocos conocimientos para emprender. Esto es algo que parece muy evidente tener en cuenta pero cuando estás motivado con un proyecto ilusionante, se obvia lo obvio más que nunca y se deja en segundo plano, creyendo que tu entusiasmo y buena actitud será suficiente.

Recuerdo, cuando ya veía que iba a ser imposible seguir, sentirme víctima de todo aquello. Y culpar a las personas por no venir a comprar a mi tienda, culpar a amigos y familiares por no ayudarme a promocionar mi negocio, culpar incluso al dueño del local, señor infinitamente amable y generoso conmigo pero que yo creía que debía hacer aún más y sin yo pedírselo, claro, debía adivinar él lo que yo necesitaba. Sentía como si todos me fallaran y yo, pobrecita de mí, no era responsable porque todo lo había hecho con la mejor intención.

Reconozco que me llevó algún tiempo ser consciente de en qué me equivocaba, y más aún entender que me estaba comportando como una víctima. Y eso no me ayudaba en absoluto.


Porque las circunstancias son condicionantes, pero no determinantes.

Cuando uno se siente víctima, interpreta que su situación no es responsabilidad suya y eso hace que no vea la posibilidad de cambiarla. Claro, es culpa de otros, yo no puedo hacer nada. Pero la realidad es que solo nosotros podemos hacer algo, empezando por salir de ese estado de víctima, y tomar la determinación de buscar una solución. Solo de esta manera otros podrán ayudarnos.

Esta es una de las mejores cosas que me ha proporcionado trabajar en mi desarrollo personal. Dejando de sentirme víctima de todo cuanto me pase y asumiendo mi responsabilidad, es como puedo ver soluciones y alternativas a la situación a la que me enfrente.

Al principio pensar que, en último término, yo soy responsable de lo que me ocurre o me hace sufrir, me hizo sentirme culpable y desolada, pero no tardé en entender que lo que realmente me daba era poder.

Porque comprendí que las circunstancias son las que son y que tal vez yo no las pueda cambiar, pero sí puedo elegir cómo sentirme y ver qué es lo que me enseña esa situación, porque en todo hay un aprendizaje, y desde ahí trazar un plan para actuar dentro de mis posibilidades buscando soluciones. Y es que las circunstancias son condicionantes pero no determinantes y, en última instancia, yo decido qué hacer con ellas.


Reflejo lo que yo sentí, por si puede ser de ayuda.

Por supuesto que con esto no pretendo subestimar lo complicado, y a veces, dramático, que supone cerrar un negocio y despedirte de lo que has creado con tanta ilusión. Solo reflejo lo que yo sentí, cómo lo viví y lo que a mí me sirvió para afrontarlo de la mejor manera, por si puede ser de ayuda para alguien.

Y porque sé muy bien lo que es.

Fueron dos pequeños negocios y una empresa los que, mi marido y yo, empezamos con muchísima ilusión y luego tuvimos que cerrar y, aun así no hemos dejado de emprender. A día de hoy estamos en situación similar a la de tantas personas, intentando salir adelante con una empresa que lleva menos de un año funcionando, porque decidimos aprovechar el valor de lo aprendido, asumir la responsabilidad de nuestras decisiones y seguir enfocados en aquello en lo que creemos.

Como dice alguien a quien admiro mucho y de quien aprendo mucho más, "No hay desarrollo profesional sin desarrollo personal" y es totalmente cierto.

Crecemos como personas cuando somos capaces de asumir la responsabilidad de nuestras circunstancias y utilizamos "ese poder" para mejorar en cualquier ámbito de nuestra vida.


Gracias infinitas por estar ahí.

Foto de Mi Día Favorito
Mi tienda, en septiembre de 2017, recién inaugurada. 
https://www.facebook.com/creando.midiafavorito


Comentarios

  1. Escribes genial, felicidades,deseo de corazón que tengas mucho éxito,yo justo estoy cerrando mi pequeña tienda y creeme se de lo que hablas.

    ResponderEliminar
  2. Muchísimas gracias, Mª José. Y mucho ánimo. Es duro pasar por una situación así pero te aseguro que la vida te va a dar algo mucho mejor. Es un tópico lo de "cuando una puerta se cierra, otra se abre" pero es totalmente cierto. Quédate con los buenos momentos, con lo que has aprendido y confía en que lo bueno está por venir. Si en algo yo puedo ayudarte, aquí me tienes. Un abrazo grande.

    ResponderEliminar
  3. Ana, recuerdo muy bien tu inauguración.. Ya pasaron 3 años.... Me encanta tu forma de redactar con tanto detalle. Me haces sentir todas esas emociones que escribes y me veo junto a ti platicando de esto... Esperaré con emoción tu próximo post muchas felicidades y gracias por compartir este don tan hermoso

    ResponderEliminar
  4. Gracias infinitas, Norma. Me alegro muchísimo de que te guste. Es un inmenso placer escribir sabiendo que hay alguien que lo valora y lo aprecia tanto. Eternamente agradecida, mi querida amiga. Un abrazo gigante.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Del rencor y la queja a la responsabilidad y el perdón.

Ese superpoder que todos tenemos pero que muchos ignoran.